Las empresas sostenibles son el futuro

huella de carbono

Miro a mi alrededor y no puedo evitar sentir una mezcla de tristeza y rabia. Estamos destruyendo nuestro hogar, nuestro planeta. La contaminación del aire que respiramos, el agua que bebemos y los alimentos que consumimos están envenenando nuestra existencia.

Pero lo que más duele es que muchas de estas cosas podrían evitarse. No estamos aquí por un accidente: estamos aquí porque las decisiones que se toman, especialmente a nivel empresarial, no están priorizando el bienestar del planeta ni el de quienes vivimos en él.

¿Cuándo decidimos que los beneficios económicos eran más importantes que la vida misma?

 

¿Qué es la huella de carbono y por qué las empresas tienen que ver con ello?

Si nunca has escuchado hablar de la huella de carbono, es el momento de prestarle atención.

En Zeolos ayudan a empresas a calcular, reducir y compensar su huella de carbono corporativa, y nos explican que “es una métrica que evalúa la cantidad de emisiones de gases de efecto invernadero producidas en todas las etapas de un proceso o actividad, desde la producción hasta su consumo”. Añaden que la huella de carbono “no solo se limita a las emisiones de CO2 (dióxido de carbono); también abarca otros gases contaminantes que contribuyen al efecto invernadero y al cambio climático”.

Todo lo que hacemos tiene un impacto: desde encender la luz hasta comprar una camiseta. Pero no todas las huellas son iguales, y aquí es donde entran las empresas.

 

Las grandes industrias son responsables de una parte desproporcionada de estas emisiones

Energía, transporte, moda, tecnología… Piensa en cualquier sector.

Detrás de cada producto que consumimos hay fábricas funcionando sin descanso, barcos transportando mercaderías, camiones recorriendo miles de kilómetros. Y no hablemos de las empresas que dependen de combustibles fósiles o de procesos industriales que emiten cantidades masivas de gases contaminantes.

¿Por qué las empresas tienen que ver con la huella de carbono? Porque son las que toman decisiones a gran escala. Son quienes eligen qué materiales usar, cómo fabricar los productos y qué sistemas energéticos implementar.

Si ellas no cambian, nuestro impacto como individuos no será suficiente.

 

¿Cómo afecta la contaminación a las personas?

La contaminación no es algo abstracto; tiene consecuencias directas en nuestra salud y en nuestra forma de vida. La exposición continua a contaminantes puede provocar enfermedades graves, como cáncer de pulmón, asma, enfermedades cardiovasculares y problemas neurológicos.

Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), aproximadamente 7 millones de personas mueren cada año por causas relacionadas con la contaminación del aire. Es aterrador pensar que muchas de estas muertes podrían evitarse si las empresas adoptaran medidas más sostenibles.

La contaminación también está afectando nuestra calidad de vida. Pueblos enteros han tenido que desplazarse porque el agua está contaminada. Hay niños que no pueden salir a jugar al aire libre porque la calidad del aire es tan mala que es peligroso respirar.

Si quieres saber más, te invito a consultar estudios como los de la OMS o informes de organizaciones como Greenpeace.

 

¿Cómo afecta a la vida marina?

Los océanos son un elemento clave para la vida en la Tierra, pero estamos acabando con ellos. La contaminación por plásticos, los derrames de petróleo y la acidificación de los mares están destruyendo ecosistemas enteros.

Se estima que cada año se vierten al océano más de 12 millones de toneladas de plástico. Esto no solo mata a millones de animales marinos, como tortugas y delfines, sino que también entra en nuestra cadena alimenticia. Cuando comemos pescado, también estamos consumiendo microplásticos.

Diversas organizaciones han documentado los impactos de la acidificación en los ecosistemas marinos. Por ejemplo, la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos (EPA) señala que el aumento de la acidez en los océanos afecta la capacidad de los corales para construir sus estructuras, poniendo en riesgo la biodiversidad marina que depende de estos hábitats.

Además, la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA) destaca que la acidificación de los océanos, junto con otras amenazas como el aumento de la temperatura del agua, representa un desafío significativo para la salud y resiliencia de los arrecifes de coral.

Estos informes subrayan la importancia de abordar las causas subyacentes de la acidificación oceánica para proteger los arrecifes de coral y las numerosas especies que dependen de ellos.

Si seguimos así, podría llegar el día en que los mares no sean capaces de sostener la vida como la conocemos.

 

¿Cómo afecta a los animales terrestres?

Los animales terrestres también están sufriendo las consecuencias de nuestra negligencia. La deforestación para la agricultura y la ganadería industrial está acabando con hábitats esenciales. Especies como los orangutanes, los tigres y los elefantes están al borde de la extinción porque las empresas priorizan el beneficio económico por encima de la biodiversidad.

La contaminación del suelo también afecta a los animales. Los químicos utilizados en la agricultura industrial envenenan los ecosistemas y hacen que muchas especies pierdan sus fuentes de alimento. Si quieres profundizar, busca información en informes del World Wildlife Fund (WWF) o estudios científicos sobre el impacto de la deforestación.

 

¿Cómo afecta a la Tierra?

Nuestro planeta también está enfermando. El cambio climático está alterando patrones climáticos, provocando sequías, incendios forestales y tormentas cada vez más intensas. Los glaciares se están derritiendo a un ritmo alarmante, y el nivel del mar está subiendo, poniendo en peligro ciudades enteras.

Un estudio del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC) muestra cómo las emisiones de gases de efecto invernadero han aumentado la temperatura global en 1,1 grados Celsius desde la era preindustrial. Esto puede parecer poco, pero sus efectos son devastadores. Si las empresas no reducen drásticamente sus emisiones, el futuro que nos espera es aterrador.

 

¿Cómo solucionarlo?

No todo está perdido. Hay cosas que podemos hacer para cambiar este rumbo, pero es esencial que las empresas lideren el cambio:

  1. Adoptar energías renovables: Dejar de depender de combustibles fósiles y apostar por la energía solar, eólica o geotérmica.
  2. Rediseñar procesos de producción: Reducir el desperdicio y apostar por economías circulares.
  3. Compensar emisiones: Invertir en proyectos de reforestación y captura de carbono.
  4. Utilizar materiales sostenibles: Cambiar los plásticos por alternativas biodegradables.
  5. Transparencia: Publicar informes de impacto ambiental y comprometerse a cumplir con metas verificables.
  6. Fomentar la investigación: Invertir en tecnologías que reduzcan el impacto ambiental.

 

Es hora de concienciar a las personas

¿Qué puedes hacer tú como individuo? Exigir cambios. No basta con reciclar y usar bolsas reutilizables. Aunque estas acciones son importantes, necesitamos ir más allá. El verdadero impacto radica en nuestra capacidad de presionar a las empresas y a los gobiernos para que adopten políticas sostenibles y responsables con el medio ambiente. Pregúntate: ¿Estás apoyando marcas que destruyen el planeta? ¿Estás informándote sobre las prácticas empresariales detrás de los productos que consumes?

Cada decisión que tomamos envía un mensaje poderoso. Si suficientes personas exigen sostenibilidad, las empresas no tendrán otra opción que adaptarse. Esto incluye cambiar nuestros hábitos de consumo, optar por productos éticos y exigir transparencia a las marcas. Además, participar en movimientos sociales, firmar peticiones y votar por líderes comprometidos con el medio ambiente son formas directas de generar un cambio real.

El cambio comienza contigo, pero el impacto se multiplica cuando actuamos en conjunto.

 

Las generaciones futuras nos juzgarán

Imagina un niño en el año 2050. Tal vez sea tu hijo, tu nieto o simplemente alguien que nace en el mismo planeta que tú llamaste hogar. Ahora imagina que este niño te pregunta: “¿Por qué no hiciste más para salvar el planeta?”. ¿Qué responderías? Esta es una pregunta que, tarde o temprano, muchos tendremos que enfrentar.

El tiempo no está de nuestro lado. Los informes científicos, los desastres naturales y los cambios que ya estamos experimentando son evidencia de que hemos llegado a un punto crítico. Las generaciones futuras no solo heredarán el planeta que dejamos: también heredarán las decisiones que tomamos o evitamos tomar.

Es fácil sentir que nuestro impacto individual es mínimo frente a los enormes problemas que enfrentamos. Pero si algo nos ha enseñado la historia, es que los cambios significativos empiezan con acciones pequeñas y consistentes. Cada vez que eliges un producto sostenible, cada vez que compartes información sobre el cambio climático, cada vez que exiges transparencia a una empresa, estás contribuyendo a un cambio mayor.

Las empresas también deben asumir su responsabilidad. No es aceptable que sigan priorizando las ganancias a corto plazo sobre la supervivencia a largo plazo. No podemos permitir que los líderes empresariales cierren los ojos ante la crisis climática. Y no debemos ser cómplices de su inacción al seguir consumiendo sin cuestionar.

¿Cómo queremos ser recordados? ¿Como la generación que dejó caer al planeta por su inercia y apatía? ¿O como aquellos que se levantaron y lucharon por un futuro mejor?

No tenemos que ser perfectos, pero sí comprometidos. El mundo que dejamos hablará de nuestras prioridades y nuestros valores. Y si no actuamos ahora, la historia no será indulgente con nosotros.

 

Es hora del cambio

El futuro del planeta depende de nosotros, pero especialmente de las empresas. Ellas tienen los recursos y la influencia para marcar la diferencia, pero solo lo harán si se lo exigimos. La sostenibilidad no es una opción, es una necesidad. No podemos seguir mirando hacia otro lado mientras el planeta grita por ayuda.

Es hora de actuar, de ser responsables y de garantizar que las generaciones futuras tengan un lugar donde vivir.

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