Aprender a manejar el trauma para superarlo

Decir que no se ha sufrido algún tipo de trauma a lo largo de la vida, puede resultar difícil. Más que nada porque quien más y quien menos, ha pasado por algún evento traumático en algún momento de su vida. La muerte de un ser querido, un accidente de tráfico, una enfermedad o cualquier situación alejada de nuestra zona de confort, puede suponer un hecho traumático. Todo depende del momento y la persona ya que cada uno vive una circunstancia a su manera. De lo que resulta que un mismo acontecimiento puede mellar a una persona y a otra no.

Existen hechos o circunstancias que son traumáticas para cualquier individuo. Aun así cada uno lo procesa y gestiona de una manera diferente por lo que el efecto, nunca será el mismo. Por lo tanto, cualquier evento traumático que puede abarcar desde una tragedia personal hasta una crisis mundial, como la que estamos viviendo sin ser plenamente conscientes o las que ya ha pasado la humanidad, puede pasar factura a nivel emocional, generando estrés traumático. A pesar de esta dura realidad y de que nadie está exento de padecer un trauma, existen formas de recuperar el control y la estabilidad emocional.

Afrontar los eventos traumáticos es algo para lo que deberíamos prepararnos desde la infancia. Es normal experimentar este tipo de estrés tras sufrir un evento perturbador e inquietante. Un crimen violento, un atentado, los desastres naturales o cualquier suceso fuera de lo normal, pueden desembocar en un shock intenso, confusión, miedo, entumecimiento emocional o sentirse abrumado por las emociones contradictorias que se unen en nuestra mente.

Como nos comentan desde Canvis Centro de Psicología conocedores del trauma y sus desencadenantes, este tipo de emociones no se limitan a las personas que viven el hecho traumático en primera persona. Noticias y redes sociales, bombardean de forma continua a los espectadores y usurarios de todo acontecimiento negativo que se produce en el mundo. Esta exposición reiterada, es capaz de sobrecargar el sistema nervioso de cualquiera, provocando un estrés traumático en cualquiera, como si hubiera vivido la situación en persona.

Una respuesta emocional ante un hecho traumático

El estrés traumático tiene la capacidad de poder acabar con el sentido de seguridad de la persona, provocando sentimientos de indefensión y vulnerabilidad en un mundo, a todas luces peligroso. Esto sucede sobre todo cuando el hecho traumático viene provocado por el ser humano. Acciones como tiroteos, atentados terroristas, abusos o violaciones, producen efectos traumáticos profundos en las personas que los padecen. Sufrir un trauma puede hacer que la persona se sienta agotada física y emocionalmente, abrumado por el dolor emocional, tener dificultad para concentrarse o dormir, e incluso, controlar su carácter y temperamento. Todo esto, no son más que respuestas normales a hechos anormales.

Es frecuente que los pensamientos y sentimientos inquietantes a causa del estrés traumático, del mismo modo que cualquier síntoma físico desagradable, aparezca a medida que la vida va volviendo a la normalidad, una vez pasado el hecho, días o incluso semanas después. No obstante, hay muchas cosas que se pueden hacer para acelerar el proceso de recuperación y superar el trauma. Tanto si se trata de la persona que sufre el evento en primera persona, como si se trata de un testigo o alguien que intervino de algún modo, existen diversas maneras de calmar al sistema nervioso y recuperar el ansiado equilibrio emocional.

La reacción emocional ante un hecho traumático, produce una serie de síntomas fácilmente reconocibles. Como ya hemos comentado, tanto si se vive el hecho traumático en primera persona como si no afecta de forma directa, el hecho es que es normal sentir ansiedad, temor e inseguridad sobre lo que puede pasar en el futuro. Nada garantiza al sistema nervioso que el hecho no se vuelva a repetir. En consecuencia, el mismo, se siente abrumado por el estrés, lo que desencadena una amplia gama de emociones de gran intensidad, acompañadas de reacciones físicas. Esos síntomas pueden ser leves o graves y, por lo general, aparecen y desaparecen en oleadas. Es muy posible sentirse nervioso y ansioso en determinados momentos, o desconectado y paralizado en otros.

Dentro de la sintomatología emocional que produce un trauma, podemos encontrarnos con sentimientos de todo tipo. La conmoción y la incredulidad, hacen que cueste aceptar la realidad del hecho, o que la persona se desconecte de sus propias emociones. El miedo es otra de las emociones que aparecen, sobre todo ante la posibilidad de que el hecho se repita, se pierda el control o se derrumbe emocionalmente. La tristeza y el duelo, sobre todo cuando se produce un fallecimiento, son muy habituales.

Además de estas emociones, es posible sentir impotencia e indefensión que conllevan a la ansiedad o incluso, depresión. Sentirse culpable cuando el hecho traumático implica sobrevivir a otros que se han quedado por el camino o no haber podido hacer más para ayudar, son parte del estrés traumático. La ira que precede a los arrebatos, la vergüenza ante sentimientos o miedos que no se pueden controlar y el alivio, son otros de los síntomas emocionales que implica el trauma.

El cóctel emocional es tan brutal que lo mejor es buscar la ayuda adecuada para manejar la situación y superar el trauma de la mejor manera posible. Porque si, lo cierto es que, a pesar de la dureza, los traumas, se pueden superar.

En cuanto a los síntomas físicos que produce el trauma, son habituales la sensación de mareo o los desmayos, opresión estomacal y sudoración excesiva. Temblores, escalofríos, sudores fríos, nudo en la garganta o sensación de ahogo. Dentro de la lista, también podemos incluir respiración acelerada, palpitaciones, dolor de pecho o dificultad para respirar. Los pensamientos acelerados, la incapacidad para descansar o dejar de caminar, dificultad en la concentración, problemas de memoria y confusión. Sin olvidar el cambio en los patrones del sueño, el insomnio o las pesadillas. Dolores y molestias sin explicación como dolor de cabeza o pérdida (o aumento) del apetito, abuso del alcohol, la nicotina e incluso, drogas.

La lista es tan amplia como la de síntomas emocionales y, lo que se sufre con el trauma no resulta nada agradable, por lo que conviene trabajar para recuperar el control.

Enfrentarse al trauma para superarlo

Sin duda, la mejor manera de superar un trauma, es enfrentarse al mismo. Algo que dicho así, parece fácil pero no lo es. Del mismo modo que tardamos nuestro tiempo en limpiar los escombros y reparar los daños, cuando se produce un desastre, cuando se trata de un hecho traumático, el camino puede ser largo. Recuperar el equilibrio emocional y reconstruir la vida, no es algo que pueda hacerse de la noche a la mañana. Lo que no quiere decir que no haya cosas que puedan hacerse con la finalidad de ayudarse a uno mismo o sus seres queridos si pasan por un hecho traumático.

En este sentido, daremos algunas recomendaciones que pueden llevarse a cabo para allanar el camino en la medida de lo posible. Entre ellas, la primera es recordar que no existe una forma correcta o incorrecta de sentirse, cada persona, reacciona de forma diferente. No hay que ignorar los sentimientos, puesto que esto solo hará que retrasar la recuperación. Aunque parezca mejor idea evitar las emociones, es mejor dejar que emerjan y pasen.

Algo fundamental para recuperar el control de las emociones y de la propia vida, tras sufrir un trauma, es procurar evitar revivir de forma obsesiva el hecho. Pensar continuamente o ver imágenes sobre el momento del trauma, puede llegar a saturar el sistema nervioso e impedir que se piense con claridad. Realizar actividades que distraigan la mente como leer, cocinar, jugar… puede ser  la mejor manera de evadir la atención sobre el hecho traumático.

Volver a la rutina es una buena forma de pasar el bache emocional. Lo conocido y familiar reconforta, en tanto que lo desconocido, desconcierta. Tras pasar por un hecho traumático, retomar la rutina normal en la medida de lo posible, ayuda a minimizar el estrés que produce el trauma, la ansiedad y la desesperanza. Aunque la rutina se vea alterada, conviene estructura el día a día con horarios regulares para realizar las actividades habituales como comer, dormir, pasar tiempo con los amigos o la familia, etc.

Por supuesto, durante este tiempo de recuperación, conviene suspender de forma temporal la toma de decisiones importantes. Tomar decisiones importantes respecto al hogar, el trabajo o los estudios mientras se está pasando por un trauma, no hará otra cosa que aumentar el estrés. Conviene dejar pasar el tiempo y esperar a que todo se encauce antes de tomar decisiones que pueden no ser las adecuadas.

Este tipo de medidas o acciones que se pueden realizar para superar el trauma no eximen de la necesidad de acudir a un profesional. Los profesionales de salud mental, son los más cualificados para ayudar a superar este tipo de situaciones que pueden afectar de muy diversa manera a las personas. Ante un hecho traumático, cabe esperar un maremágnum emocional que tambalee nuestros cimientos emocionales, sin embargo, de todo se sale y, superar un trauma, es posible aunque al principio, parezca imposible.

 

 

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